OJO CON LA PUNTUACIÓN
Se cuenta que un señor por ignorancia y malicia dejó al morir el siguiente escrito:
"Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta del sastre nunca de ningún modo para los Jesuitas todo lo dicho es mi deseo Facundo."
Cuando se leyó el documento, las personas aludidas se atribuían la preferencia. Con el fin de resolver las dudas, acordaron que cada uno se llevara el escrito y le colocara la puntuación respectiva.
El sobrino Juan lo presentó de la siguiente forma:
"Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi hermano Luis. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para los Jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. Facundo."
El hermano Luis presentó su reclamo de esta manera:
"¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? ¡No! A mi hermano Luis. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para los Jesuitas.
Todo lo dicho es mi deseo. Facundo."
El sastre justificó su derecho como sigue:
"¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para los Jesuitas.
Todo lo dicho es mi deseo. Facundo."
Los Jesuitas consideraron que el documento debería interpretarse de la siguiente manera:
"¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta del sastre? Nunca, de ningún modo. Para los Jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo. Facundo."
Esta lectura ocasionó grandes escándalos y para poner orden, se acudió a la autoridad. Ésta consiguió establecer la calma y después de examinar el escrito, dijo en tono severo:
Señores, aquí se está tratando de cometer un fraude; la herencia pertenece al Estado, según las leyes; así lo prueba esta interpretación:
"¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los Jesuitas.
Todo lo dicho es mi deseo. Facundo."
En tal virtud, y no resultando herederos para esta herencia, queda incautada en nombre del Estado, y se da por terminado este asunto.
Conclusión: Los signos de puntuación, proporcionan al lector pautas para la obtención de sentido, a partir de un texto escrito. En la lectura anterior, se pudo observar que el cambio de puntuación, varió el sentido de lo escrito. El uso adecuado de los signos de puntuación, es el resultado de un proceso de aprendizaje.
"No se aprende a puntuar bien de una vez y para siempre. Estos conocimientos se van adquiriendo y afirmando poco a poco, a través de los años, con el estudio, con la lectura atenta de buenos autores, con la práctica constante de escribir, con la revisión cuidadosa de los escritos, y con la educación del oído".
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